Hay refranes los cuales no se ajustan a la realidad y mucho menos en
términos de comparación; por ejemplo: “La gallina vieja es quien da el
mejor caldo”. Nada más lejos de la realidad; las gallinas comienzan a
deteriorarse luego de dejar la pubertad, al iniciar la consuetudinarias
posturas, se decalcifican, pierden calidad proteica, sus carnes se
vuelven duras al perder el colágeno, biotina, minerales y
oligoelementos. Así que, amados lectores degusten buenas sopas de
gallinas mozas.
“Cada ladrón juzga por su condición”. Primero los ladrones no son
jueces, más bien son presidentes, miembros del gabinete o enchufados. La
condición de ladrón lejos de ejercer el derecho son más bien malandros
de extraña calaña, cuyas aspiraciones o afines se balancean entre los
bienes públicos y el bienestar ajeno.
“Árbol que nace torcido nunca su rama endereza”. Lo arboles no nacen
torcidos, apenas se produce la germinación, su escuálida ramita aflora
recta y verticalmente hacia el sol. Los arboles al igual que las
personas se tuercen en el camino, sobre todo si se les da poder; ejemplo
claro y vergonzoso: Hugo I El Destripador, nació; según su abuela de
padres desconocidos, espigadito niño alpargatero, y luego ruidoso
fanfarrón. Pudo llegar a ser un frondoso apamate o un hermoso pino, pero
no. Convirtiose en una mala hierba, que todos hubiésemos querido que si
iba a tratarse de tan hermoso matorral, hubiese sido marihuana.
“Cuando un barco se hunde las primeras en saltar son las ratas”. Este es
un refrancillo que no deja de ser fantasioso, aquí las ratas están en
el poder, han saltado unos cuantos tripulantes, un tercio de los
pasajeros. Aun quedamos justos e injustos pasajeros en un barco que se
hunde inexorablemente, dando bandazos en una deriva que no termina de
concluir. Ratanit en su último viaje.
F.M
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